Del cielo ya no caen bendiciones

Del cielo ya no caen bendiciones

FILO GRINGO/Catatumbo. En el Catatumbo ha ocurrido toda clase de barbaridades. Pero algunas familias que tanto dolor y cosas inimaginables han soportado, nunca le habían tenido tanto temor a lo que podía caer del cielo. El 19 de marzo de 2025 marcó un precedente en la guerra que estalló en enero. No solo se recrudeció la confrontación entre las partes, sino que se apeló a métodos nunca antes vistos. Desde entonces, ha sido recurrente el uso de drones no tripulados y sin precisión para lanzar artefactos explosivos al enemigo, especialmente en el corregimiento de Filo Gringo y sus alrededores.

En toda guerra, los que más suelen sufrir son los civiles, sobre todo cuando se pierde cualquier clase de escrúpulo. De las 96 familias que deberían estar en San Isidro, Alto Orú, solo 7 permanecen en la vereda, las demás se desplazaron por miedo a ser víctimas de ese método despiadado e inexacto. Según cifras del personero de El Tarra, municipio al que pertenece el corregimiento, los ataques con drones han dejado un saldo de 11 heridos y 3 muertos, 2 de ellos adultos mayores.

Quien no conozca el contexto de la situación, puede suponer que en Filo Gringo la vida sigue igual: las panaderías abiertas y surtidas, los camiones van y vienen, las personas caminando campestres. Lo cierto es que el 70 % de la población ha huido del corregimiento. La personería calcula que son alrededor de 6.000 las víctimas. “La vereda San Isidro tiene 20 viviendas, casi todas fueron afectadas”, denunció un poblador.

Estas y otras preocupantes cifras fueron socializadas ayer en el coliseo del poblado durante el segundo día de la Caravana por el Catatumbo, un gesto de solidaridad internacionalista que documentará, hasta el 31 de julio, las violaciones a los derechos humanos en la región. “Nos preocupa la orfandad en la que se encuentra la población; la ausencia de las instituciones […] Estamos cansados de escucharle al presidente Petro que la solución es la militarización, no queremos otro actor armado”, dijo el personero Gerson Figueroa a los cerca de 100 caravanistas nacionales e internacionales.

Al convertirse Filo Gringo en un teatro aéreo de operaciones, las aulas han quedado clausuradas. 30 sedes educativas permanecen hoy desiertas. “Queremos enseñar, pero no tenemos condiciones”, manifestó un profesor que tomó la palabra en la actividad realizada en el coliseo. Algunos senderos que conducen a las escuelas, según denuncias del personero, están sembrados con minas. La Secretaría de Educación departamental de Norte de Santander ha planteado la enseñanza virtual como solución, olvidando lo deficiente que es la conectividad en la zona y que a veces hay solo un celular para 4 niños.

Los muertos y los heridos se pueden contar, pero no se puede cuantificar ni calcular el miedo y la zozobra en los sobrevivientes. El comercio, por ejemplo, ha mermado. “No tenemos tranquilidad ni para comer”, dijo uno de los líderes.

“Hoy le pedimos a los actores armados que nos excluyan del conflicto en el que están enfrentados. Para nosotros es importante que esta Caravana sepa que las Juntas de Acción Comunal siempre han estado al frente de la defensa de la vida. No vamos a estar con un actor armado o con el otro, pero vamos a defender la vida de quien sea, porque esa ha sido la enseñanza en nuestras organizaciones”, expresó un directivo de una de las Juntas.

Aunque hablar o guardar silencio es igual de peligroso en tales circunstancias, los habitantes del corregimiento y las veredas aledañas tuvieron el valor para rechazar que el conflicto se haya convertido en una excusa que justifique la falta de inversión y atención de las instituciones, tanto las de nivel local como las del nivel nacional.

En varias de las intervenciones que escucharon los caravanistas, fue reiterativa la desilusión que despierta en ellos las soluciones planteadas por el Gobierno Nacional, pues esperaban que, con medidas como el decreto de conmoción interior, llegara al territorio inversión social en vez de militarización. “Desde hace años estamos esperando la pavimentación del corregimiento. Filo Gringo no tiene un médico, solo enfermeras y auxiliares, por eso ante cualquier tema de salud, todo se resuelve con remisiones a Ocaña o Tibú […] Cualquier inversión que hagan nos va a parecer poquito, porque esta región se merece mucho”, afirmó uno de los líderes.

Cuando el Estado convierte la revictimización en un hábito, engendra pueblos sin destino. En el año 2000, los paramilitares arrasaron y quemaron por completo Filo Gringo. 25 años después, llueven cosas del cielo, y no precisamente bendiciones.

tomado de Periferia Prensa.

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